Fanegas de diamantes Tips Motivacion Cuenta la historia de Alí Hafet, un rico granjero persa que vivía junto al río Indo. Alí Hafet era ambicioso, deseaba poder, gloria, fortuna. Aunque ya era rico, sus riquezas no eran suficientes para colmar sus ambiciones. Supo una vez que los diamantes eran las joyas más preciadas y se hizo el raciocinio de que la posesión de las minas que las produjesen, le daría, además de una fortuna inconmensurable, el poder y la gloria. Cuando supo esto, casi no pudo esperar para vender sus propiedades y salir a correr el mundo en busca de diamantes. Recorrió montañas y llanuras, exploró ríos y océanos en su desesperada búsqueda de las minas que producían las preciosas gemas que tan buen precio tenían en los mercados del mundo. Pero nunca tuvo éxito.Un día, sin dinero ya, desesperado y medio enloquecido por su fracaso, se lanzó a las aguas del Mediterráneo y murió ahogado.Entre tanto, el hombre que compró su granja a orillas del Indo, halló un día una rara piedra que reflejaba los rayos del sol, devolviéndolos con igual brillantez. Al hacerla examinar, se halló que era un diamante de incalculable valor y la finca estaba literalmente cubierta de piedras semejantes, en distintos tamaños, que encontraban con sólo remover una ligera capa de tierra.El sucesor de Alí Hafet halló la riqueza y el poder, en el mismo suelo que aquel había abandonado.Esta es una historia real. Es la historia de cómo fueron descubiertas las fabulosas minas de Golconda, cuyas gemas enriquecieron las coronas imperiales de Inglaterra y Rusia.Alí Hafet nunca se detuvo a averiguar cómo era un diamante en bruto ni como se podía distinguir. Obrando igual que miles y miles que ignoraron lo propio por buscar lo ajeno, mal vendió su granja y se fue a buscar, entre otros sitios, la riqueza que siempre había tenido bajo sus propios pies.Todos vivimos en medio de Fanegas de Diamantes, pero carecemos de la adecuada actitud mental y la preparación para saber cómo son nuestros diamantes y cómo estamos ahora. Pasamos nuestras vidas buscándolos en empleos y negocios de distinta índole y en sitios diversos, sin darnos cuenta de que los tenemos bajo nuestros propios pies.Por desgracia, esa historia no es única.En Pensilvania vivía un granjero que, aunque próspero, siempre deseaba tener una casa distinta. Pero él era muy precavido y cuidadoso; no iba a vender su granja sin tener antes algo seguro. Se fue al Canadá, donde un hermano se dedicaba a la industria del petróleo; al llegar, le solicitó un empleo en su empresa, a lo cual le contestó su hermano: “Aprende todo lo que puedas sobre el petróleo y te daré el empleo”.El granjero volvió a Pensilvania y se dedicó a aprender todo lo sabido hasta entonces sobre el oro negro. Sintiéndose ya capacitado, vendió su granja y se fue a trabajar con su hermano. Ahora... ya lo imagina usted: El granjero que compró la finca, vio sólo una semana después, que los ganados que habían traído no podían comer el pasto ni tomar el agua de la orilla del río, porque todo lo cubría una capa de aceite. ¡Oro negro! ¡Petróleo!.Allí nació la ciudad que es testigo de la veracidad de esta historia: Tistuville, Pensilvania, una de las que originaron la portentosa industria petrolera de Estados Unidos.La historia esta llena de casos como estos. ¡En todo el mundo!Historias como estas suceden a diario. Los hombres y mujeres viven en busca del pasto del vecino, creyéndolo más verde; pero no se detienen a pensar nunca que el suyo puede ser tanto o más verde que aquel que envidian. La verdad es que mientras deseamos el puesto de otros, hay cientos que darían años de su vida por tener el nuestro. Nada me parece más digno de lástima que esos miles de Alí Hafet, que pasan su vida buscando cofres de tesoros, en el arco iris de empleos y negocios y llegan a la vejez, amargados y escépticos, con tristes experiencias, sin haber logrado más que decepciones. Pasan su feliz existencia buscando el empleo ideal, en que puedan obtenerlo todo, sin dar nada a cambio; deseando siempre el puesto de otros porque lo creen mejor, pero sin dar una mirada a sus Fanegas de Diamantes, a las riquezas que tienen bajo sus propios pies y que sólo esperan su atención y cuidado.El pastor de Galileo nos dio una máxima materializada después en una ley física. La máxima: “Lo que tú siembres, eso cosecharás”. La ley: Por cada acción hay una reacción.¿Cómo se aplica esta ley y esa máxima en nuestra vida diaria? Nadie puede esperar recibir más de lo que esté dispuesto a dar a cambio.Ahora... el mundo es impersonal. No le interesa si hay cambios o no. Por tanto, cada uno debe crearse su propia filosofía de la vida y dedicarse a prosperar en un clima de libertad. La gente que progresa en sus trabajos, que obtiene ascensos, que llega a hacerse rico, es aquella actitud mental y preparación le permite ver en cada labor que desarrolla, por pequeña o sin importancia que sea, una oportunidad para su progreso. Así están listos para la oportunidad que toca todos los días a la puerta de los hombres y mujeres del mundo.Un autor escribió: “Los hombres de hoy se quejan de falta de oportunidades”. Esto es ridículo: Ningún hombre hallará oportunidades si no está preparado para verlas. Por tanto, la llave del progreso personal está en la actitud mental: Es haciéndonos tan competentes en el empleo que ocupamos, como forzaremos la oportunidad a tocar nuestra puerta.Permítame decirle que toda persona tiene derecho a recibir su pago en dos formas: material (en dinero) y espiritual (en la satisfacción de los deberes cumplidos a conciencia, en el reconocimiento y admiración que todos profesamos a quien se distingue en algo). No dejo de reconocer que hay empleados y obreros, cuyas retribuciones no corresponden a sus esfuerzos. Desgraciadamente es cierto. Pero la balanza de la vida es justa y tarde o temprano los platillos se equilibrarán. Entonces el buen empleado recibirá su recompensa. Ascensos, mejores sueldos, reconocimiento a su labor y, sobre todo, la paz y la tranquilidad espiritual. Pero también, el mal empleado, verá que los platillos le darán su justo castigo: Una vida gris y mediocre, producto de su mal desempeño. Esta es la ley, gústenos o no.Lo que usted desea será suyo. De usted es la selección. La vida le retornará, exactamente, lo que usted dé. Sirva antes y se le pagará después. Sueñe, cree, trabaje, construya... Haga esto y verá que no habrá límite alguno para su prosperidad y bienestar. Esta es la ley.El divino carpintero nos dio esta ley en sus palabras sencillas: “Preguntad y se os responderá; buscad y encontraréis; golpead y se os abrirá”. La prosperidad de todo hombre o mujer está basada en una ley de mutuo beneficio. Cualquiera que añada algo a la prosperidad de los demás, prospera a su vez. Tal vez su prosperidad no venga de quien está sirviendo hoy, pero, sea de donde sea, le vendrá. Esta es la ley. Pero recuerde: Su recompensa estará en la medida exacta de la calidad y cantidad de los servicios que usted preste.Quien trate de prosperar empequeñeciendo a otros, sólo hallará que se ha empequeñecido a él. Las leyes de los hombres pueden evitarse. Las de la vida, nunca.Ahora bien, ¿sabía usted que cualquier persona que estudie o practique algo durante seis horas diarias, cinco días a la semana, 50 semanas al año, se convertirá en un experto nacional en sólo cuatro años?. Recuérdelo. Son los expertos quienes reciben los más jugosos emolumentos. Ahora usted trabaja; es decir, practica su labor ocho horas diarias, seis días a la semana, 50 semanas al año. No sé cuántos lleva usted trabajando, pero... permítame preguntarle: ¿Es usted un experto reconocido en su especialidad? Porque... si no es así, algo anda mal: No está usted cumpliendo la parte que le corresponde en la empresa. Está usted considerando su empleo como un medio para subsistir, no como una oportunidad para progresar. En cuatro años debe usted saber todo lo factible de aprender en cuanto a su empleo, su empresa, la especialidad a que ésta se dedica, etc. ¿Sabe usted sobre esas cosas tanto como el médico y el abogado, saben de su profesión?¿Cuál puede ser la medida para su éxito? Buena actitud mental que le impulse a prepararse con tanta competencia en el empleo o especialidad, que se haga, más que necesario, irremplazable. Un ascensorista aprende su especialidad en media hora y reemplazarlo es relativamente fácil. Pero un experto en producción, en relaciones humanas, en supervisión, en ventas, en gerencia, necesita preparación especial. Como usted ve, es cuestión de objetividad inteligente. No se nos asciende ni aumenta el sueldo por tener más hijos, ni por ser más pobres, ni por inspirar lástima. Se nos da más porque merecemos más. Acción, reacción.Los seres humanos son personas naturales; las empresas, personas jurídicas: No existen sino en leyes y papeles. Aunque persona natural, el empresario tiene siempre frente a sí la máxima de que la debilidad del ejecutivo es el fracaso de la empresa, la que lo hace obrar mirando siempre a su representada, la persona jurídica. Y ésta sólo tiene vida mediante la escritura. Para ella sólo cuentan las cifras: Tanto me dan, tanto doy. La empresa no tiene corazón ni sentimientos... ni podemos culparla por ello; solo da en proporción exacta de lo que recibe. Claro que se podría decir: Pero, ¿cómo puedo estudiar si estoy trabajando? ¡Amigo mío! En el umbral del siglo XXI, con las facilidades modernas, ¡prepararse es sólo cuestión de proponérselo!Ahora hablemos del 95% que no triunfa. Si sólo un 5% obtiene ventajas, es forzoso pensar que los demás están haciendo algo equivocado. Y no nos engañemos pensando en suerte y circunstancias. Suerte es preparación encontrándose con oportunidad. ¿Circunstancias...? Los hombres somos arquitectos de nuestro propio destino.¿Qué está errado en esa gran mayoría? Dejemos que el Doctor Albert Schweitzer, médico, ganador de un Premio Nobel por sus contribuciones al bienestar de la humanidad, quien no lo diga: “El hombre de hoy no piensa”. Si no queremos pertenecer a este triste 95% que se conforma, pensemos. Y pensemos ahora, antes de que sea demasiado tarde.Voy a darle enseguida un test que debe practicar todos los días. De su estudio cuidadoso dependerá que usted se haga creador en vez de competidor. Recuerde: Creando riquezas nos hacemos ricos. Si desarrollamos la paciencia y la curiosidad necesarias para explorar el trabajo que hacemos, veremos que en él están las riquezas materiales y espirituales que todos buscamos. Antes de buscar pastos verdes, démonos cuenta de que los nuestros pueden tener mayor verdor y lozanía. No hay malos empleos: los hacemos malos o buenos de acuerdo con la forma como los desarrollamos. Los que están arriba son también seres humanos. Entonces, ¿por qué llenarnos de limitaciones?... También nosotros podemos llegar. Ponga su imaginación a trabajar en las muchas formas en que su trabajo puede hacerse más fácil y provechoso. Recordemos que sólo la preparación nos permitirá ver las oportunidades que están escondidas en todo empleo o trabajo. Tome en cuenta de que, si no hay límites para el crecimiento de su empresa, tampoco los habrá para usted, dentro de ella. Nuestra dinámica y creciente economía necesita y recompensará largamente a la persona inteligente que busque su futuro al lado de ella. Recuerde la historia de las Fanegas de Diamantes. Si usted sigue curiosamente este test y lo practica, empezará pronto a ver que su mente le irá dando las armas para su progreso. Yo sé esto. ¡Que lo sepa usted!¿Cómo se manejará dentro de 10 años?, ¿No podrá usted hacer innovaciones hoy?, ¿Qué adelantos se harán en la industria que explota su empresa?, ¿Los adelantos serán aplicados por hombres y mujeres? Entonces... ¿Por qué no por usted? Recuerde: Una idea, una sola idea... le puede dar fama y fortuna. Ahora permítame preguntarle: ¿Trabaja usted en su empleo con la honestidad íntima y la dedicación con que el profesional lo hace en su profesión? Lo que usted hace para ganar su vida es su profesión. Dejemos ya de creer que hay ocupaciones más decentes y honorables que otras: cada ocupación es lo que nosotros hacemos de ella. Un Lord inglés, barriendo las calles, no deja de ser un Lord. Profesional es el que tiene la honestidad y actitud íntima de sentirse y actuar como tal.Ahora... También hay un test negativo, usado por muchos empleados. Quiero dárselo también. De usted es la elección: ¿Por qué he de hacer más trabajo del que me pagan? ¿Por qué he de procurar obtener beneficios, si la empresa no es mía? ¿Por qué he de cumplir yo, si muchos no cumplen?Recuerde a Alí Hafet, al petrolero estadounidense y... finalmente... permítame hacerle una pregunta: Junto con usted otras 99 personas llegarán un día a los 65 años: Uno será rico, cuatro serán económicamente independientes, cinco tendrán que seguir trabajando para vivir, cincuenta y cuatro dependerán de sus familiares o de las instituciones de caridad.¿A qué categoría desea pertenecer usted? El retorno de la inversión en entrenamiento ejecutivo de equipos gerenciales es exponencial y en minutos. Norman Vincent Peale. Te gustó? Compártelo ! Tweet Whatsapp Prev Next